martes, 29 de marzo de 2011

¡¡TALITÁ KUM CUMPLE 12 AÑOS!!


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viernes, 18 de marzo de 2011

Lo que se viene...


¡¡Sigue abierta la inscripción, hasta el 25 de marzo!!


jueves, 17 de marzo de 2011

"CUÁNTOS MÁS HILOS SE TRENZAN, 
MÁS HERMOSO ES EL DISEÑO"

Queremos compartir con ustedes dos reflexiones respecto al lema que nos acompañó durante el año 2010...


 LOS TEJIDOS DE NUESTRO TIEMPO

“Al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión rogándole:
“Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente”.
Jesús le dijo: “Yo mismo iré a curarlo”. Pero el centurión respondió: “Señor, no soy
digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.
Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno digo a uno de los soldados
que están a mis órdenes: “Ve”, él va, y a otro “Ven”, él viene; y cuando le digo a mi sirviente
“Tienes que hacer esto”, lo hace. Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: “Les aseguro
que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe. Por eso les digo que muchos vendrán
de Oriente y Occidente y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos”.
(Mateo 8, 5-11)

Esta semana de capacitación nos encuentra reunidos bajo un mismo espíritu y una misma sintonía. Pareciera ser que, a pesar de provenir de diferentes lugares, instituciones, realidades o situaciones vitales, hay algo que entreteje nuestros sueños, nuestras preocupaciones, nuestros desafíos de acompañar a las y los adolescentes y jóvenes con los que trabajamos.
Ese espíritu de comunión y de sintonía quiere estar expresado en el lema que nos reúne: “cuantos más hilos se trenzan, más hermoso es el diseño”. Esta frase nos desafía a capturar la belleza de cada color, de cada nota, de cada rasgo de este espacio de encuentro.
La imagen del tejido, de los hilos que se entrecruzan formando mágicamente una obra de arte, es convocante por sí misma. Es más que visible que los diferentes colores nos hablan de combinar rostros, situaciones y personas. Tan diversas como aquel centurión con el que se encontró Jesús o como aquellos que vendrían de oriente y occidente.
En el extremo oriente, por decir algún ejemplo, el casamiento de una pareja se realiza mediante un ritual en el cual, los esposos entrecruzan dos hilos de seda de distintos colores hasta hacerlos uno.
En las tradiciones islámicas, el telar también conserva este simbolismo de reunir lo diverso. En África del norte, en las más humildes chozas de las montañas, las mujeres, amas de casa, posee cada una un telar: dos varillas de madera, soportadas por dos montantes; un marco simple… La varilla superior lleva el nombre de “enjulio del cielo”, y la inferior representa la tierra. Los cuatro maderos que soportan el tejido, en aquella tradición, simbolizan a todo el universo que se reúne.
Pero pese a todas estas tradiciones, lo más maravilloso del tejido no radica tanto en estos hilos que se trenzan. La tejeduría es un trabajo de creación, un alumbramiento. Cuando el tejido está terminado, la tejedora corta los hilos que lo sujetan al telar y, al hacerlo, pronuncia la fórmula de bendición que las comadronas de la región rezan al cortar el cordón umbilical de los recién nacidos. Todo sucede como si la tejeduría tradujese en lenguaje simple lo más sagrado, misterioso y profundo de la vida humana.
Quien teje no es un “artesano oportunista”. Tejer no es reunir colores y darles una forma “bonita”. Tejer no significa reunir realidades de índole diferente. Muy por el contrario, significa crear, parir, hacer salir de la propia sustancia, como lo hace la araña, que construye la tela sacándola de sí misma. Desgastándose y arriesgando en cada centímetro.
Sería un grave riesgo pensar que el solo hecho de “reunirnos” hará de esta semana de cursos un espacio fecundo. Podría ocurrir que atravesemos estos cursos como un turista que recorre un paseo artesanal. Mira, escucha, tal vez pregunta algo y hasta se asombra por lo que encuentra en su camino; luego retorna a su lugar y en el peor de los casos, ni siquiera queda el recuerdo de lo vivido.
Jesús nos invita a ser creativos, audaces y confiados como el centurión. A exigir, preguntar y exponernos, confiando en que será esa actitud la que nos hará regresar a casa maravillados por el milagro de la diversidad y el encuentro de tantas y tantos que apuestan por las y los adolescentes y jóvenes de nuestros pueblos.

 INAUGURAR REFUGIOS DE LA ESPERANZA

“Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. Entonces, María tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume. Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?» Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella. Jesús dijo: «Déjala, que lo guarde para el día de mi sepultura. Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre tendréis». Gran número de judíos supieron que Jesús estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos judíos se les iban y creían en Jesús".
(Juan 12, 1-11)

Son variados los motivos y los sueños que nos reúnen y convocan hoy aquí. Queremos acompañar a los jóvenes, nos importa el destino de nuestros pueblos, creemos en la formación y apostamos por que otro mundo es posible. Por todo ello, nos hemos reunido en estos cursos bajo el lema: “Cuanto más hilos se tejen más hermoso es el diseño”.
Ante todo esto, se nos aparece la figura, los gestos y las palabras de Jesús, como agua pura en la que refrescar el corazón y el quehacer, para seguir viviendo como testigos conmovido y maravillados ante las posibilidades que tenemos ante los ojos y las manos, para contemplar y construir.
La unción de Betania es el primer episodio de la pasión de Jesús y nos nosotros creemos que vale la pena detener nuestra atención en este gesto inaugural, a fin de afinar nuestra comprensión de la experiencia de Jesús y de nuestra propia experiencia.
Una mujer se acerca y unge a Jesús con un exquisito perfume… No se puede leer este texto sin quedar pasmado ante el atroz contraste de las manos suaves de esa mujer, que lo acarician con delicadeza y la ruda violencia que poco después convertiría aquel cuerpo en objeto de sádico tormento; entre el excéntrico despilfarro de la soberbia esencia vertida en un hombre sobre el que ya se cierne una sentencia de muerte; entre el amor y la ternura de esos gestos que lo miman y la despiadada intervención de la violencia que espera por él
Este dramático contraste es una feroz revelación acerca de la lógica de la pasión de Jesús y de la nuestra, puesto que el poético gesto de la unción de Betania se convirtió en una expectación profética, que saltó sobre la muerte para instalarse en la resurrección; puesto que es un gesto sacramental, una acción pedagógica, una sanación anticipada, que “inaugura un refugio de la esperanza.
Todo lo que soñamos para nuestros pueblos tanta veces parece inalcanzable, lejano, imposible. Tanta veces nuestros esfuerzos parecen ineficaces, estériles, derrotados por anticipado. Y sin embargo, aquí estamos, invirtiendo nuestros afectos y aventurando nuestros esfuerzos como una respuesta firme, valerosa y osada a la cuestión de la magnitud del desafío frente a la limitación de nuestro poder. Estamos aquí, porque sabemos que ante la realidad solo cabe oponer un gran gesto poético sacramental como la unción en Betania.
Estamos seguros que acompañar a los jóvenes, soñar con un mundo mejor, apostar con otros por el hoy y el mañana de nuestros pueblos, es ofrecer un refugio a la esperanza e inaugurar lugares donde nazca lo nuevo. Y desde estos cursos queremos compartir como muchos más, este gesto poético, pedagógico, profético y sanador, porque mientras más hilos se tejen, más bello es el tejido. Seguimos apostando por acariciar con manos suaves el presente y el futuro.